La lactancia
en hispanoamérica
Primera parte: México y Venezuela
Por Mar del Sur
Por Mar del Sur
En varias
ocasiones hemos insistido en la importancia fundamental de la
lactancia para la vida de un niño recién nacido. Hemos hablado de
los beneficios incomparables del calostro como alimento -la primera
leche materna- en las primeras horas de vida, así como de la
lactancia exclusiva y aquella que puede extenderse más allá de los
seis meses. Además, hemos intentado mostrar este asunto desde una
perspectiva amplia de salud, no sólo en términos alimenticios, sino
en lo que se refiere al bienestar emocional y psicológico.
Sin
embargo, dadas la condición real de la lactancia en Hispanoamérica,
el tema resulta siempre pertinente. Según la Organización Mundial
de la Salud, “si se empezase a amamantar a cada niño en la primera
hora tras su nacimiento, dándole solo leche materna durante los
primeros seis meses de vida y siguiendo dándole el pecho al menos
hasta los dos años, cada año se salvarían unas 220 000 vidas
infantiles”. Para la organización Save the Children, ese número
podrían incluso ser mayor, 830 000 niños al año. Por ejemplo, tan
sólo en el mundo desarrollado anualmente mueren cerca de un millón
y medio de niños menores de cinco años por una lactancia
deficiente.
En
América Latina se habla de avances pero, en realidad, la situación
sigue siendo grave en la mayoría de los casos y alarmante en lugares
como México, donde su propio ministerio de salud acepta que sólo
22 por ciento de las mexicanas brinda leche materna de manera
exclusiva a sus hijos durante los primeros seis meses de vida y que,
en los últimos años, 56.7 por ciento de los niños abandonaron la
lactancia materna (o la combinaron con otros líquidos) tres días
después del parto.
El
Senado de este país aprobó hace dos años una reforma a ley federal
del trabajo para fomentar y proteger la lactancia materna, con la
intención de revertir esta situación. Sin embargo, es difícil que
eso pueda ocurrir en un marco de desmantelamiento y privatización
creciente de los servicios de salud, de institucionalización de la
precariedad de los servicios y de un avance dramático de la
explotación laboral de las mujeres. Además, a diferencia de la
mayoría de los países latinoamericanos, no existe una norma
específica de implementación de acciones para aumentar la lactancia
materna, ésta sólo se menciona en una norma general de salud
infantil. Tampoco existe una norma particular sobre los sucedáneos
de leche materna y en ninguna de las normas existente se menciona la
creación de bancos de leche.
En
este sentido, Venezuela también es otro de los países donde la
situación de la lactancia es alarmante. Según datos de la UNICEF,
en ese país menos del 28 por ciento de los recién nacidos gozan de
lactancia exclusiva. Aunque de forma desarticulada y burocrática, el
gobierno bolivariano ha intentado avanzar en este aspecto. Como en
muchos otros temas,
la lucha en favor de la lactancia en Venezuela pone de manifiesto la
batalla de fondo: las condiciones de trabajo que impiden una
maternidad responsable y plena, así como los intereses de las
grandes transnacionales de sucedáneos lácteos
y, en general, de medicamentos para niños.
En
los meses pasados el gobierno presentó una propuesta de reforma a la
Ley de Promoción y Protección de la Lactancia Materna, vigente
desde 2007. Esta
nueva ley castigaría la publicidad de fórmulas
lácteas y teteros (biberones)
y prohibiría la
prescripción de suero a los recién nacidos. Desde
la oposición conservadora -que protege los grandes intereses
farmacéuticos-, esa iniciativa se ha caracterizado como el intento
de obligar a las mujeres venezolanas a amamantar.
Por
supuesto, esta reforma no propone ningún castigo a las madres. Por
el contrario, el texto prevé también que empresas e instituciones
contemplen en sus horarios de trabajo turnos para que las madres
amamanten a sus hijos y que acondicionen espacios para tal fin.
Además, propone la creación de bancos de leche materna. Para los
hospitales y médicos que no cumplieran con la ley, la reforma
impondrá multas de hasta a 50.000 dólares y la suspensión del
ejercicio profesional por 120 días.
La mayoría
de los legisladores opositores han argumentado abiertamente en favor
de la ganancia privada por sobre el interés público de tener niños
sanos y bien alimentados, en favor de los intereses de los grandes
grupos económicos en detrimento de las condiciones de trabajo de las
venezolanas.
Norma
mexicana para la atención de la salud del niño
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